Día 7 de la Novena
Vamos a la gruta
Vamos a la gruta, vamos al portal
Que un niño ha nacido esta Navidad
Que un niño ha nacido esta Navidad.
Dicen que ha cantado al amanecer
un gallo en el cerro cerca de Belén
un gallo en el cerro cerca de Belén.
Todos los pastores están sorprendidos
Pues parece el grito de un recién nacido
Pues parece el grito de un recién nacido.
Llevémosle aromas: albahaca y cedrón
Hojitas de coca y cuna de cardón
Hojitas de coca y cuna de cardón.
Adoremos todos con mucho fervor
Al Rey de los cielos, nació el Redentor
Al Rey de los cielos, nació el Redentor.
Oración Inicial
¡Oh, Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinito amor por nosotros, queremos hacer esta novena para presentarte con sencillez nuestra alegría y cariño.
Cuando vivías entre los hombres, conversabas con tu Padre Celestial con confianza y gratitud. Así queremos que sea nuestra oración, especialmente en estos días en que haremos memoria de tu Nacimiento.
Amén
Lectura:
Mateo 1, 18-21; 24-25
Reflexión
La presencia de Jesús en el corazón de nuestros más cercanos se contagia. Es llamativo observar los cambios que el encuentro con Jesús ha desencadenado en ellos. Entonces, podemos llenarnos de temor y huir de esos cambios o entregarnos a esa vida que nos atrae y que, en el fondo del alma, queremos también para nosotros. No podemos resistirnos a la alegría de su llegada a nuestras vidas y con fe, iniciamos este camino que, aunque tenga momentos tristes, nunca será un camino de soledad.
Propósito de estos días
Como San José, dejaremos que el Señor haga también Su Voluntad con nosotros. Porque, aunque no entendamos del todo lo qué está ocurriendo, tenemos la certeza de que Jesús vino también a cambiar nuestra vida.
Soliloquio: El dueño del establo
Ya he dicho que sí, pero casi, casi me arrepiento... En la posada no los han querido, no tenían dónde caerse muertos... Son débiles: me he dejado conmover, especialmente por ella, con esa cara humilde y sin embargo apasionada, con sus ojos de niña que ha venido de un mundo más claro que el nuestro. Y parece que lleva un gran secreto contra el pecho como otra llevaría un ramo de flores. Es tan inocente, cándida, pura, que parece imposible que tenga que dar a luz de un momento a otro...
No he tenido valor para sacármelos de encima, de noche, en ese estado: tal vez he obrado mal, pero ya no hay remedio. Se han sentado en el establo, en silencio; como si rezaran sin palabras o esperasen un milagro.
También el viejo parece una persona de bien. Asiste a esa pobre mujer con tantos miramientos como si ella fuese una reina y él un señor convertido en esclavo. No entiendo nada. Van por el mundo solos, sin un criado, sin una mujer que pueda ayudar a esta niña que está a punto de sufrir... ¿Por qué habrán salido precisamente los últimos días del embarazo? Llevar a esa pobrecita por los caminos, en este mes frío y en sus condiciones, no es propio de un hombre juicioso.
Total, que no he tenido valor para dejarlos marchar desconsolados. El establo es viejo y sucio, pero, por lo menos, tienen un poco de techo sobre la cabeza y las bestias siempre dan un poco de calor. Aunque me haya equivocado, lo he hecho con buen fin: el Señor no me castigará. He sentido como si una voz interior me empujara a albergar a esos dos pobres extraviados. Y hasta las Escrituras ordena dar albergue a los peregrinos abandonados. ¡Dios quiera que todo termine bien para ellos y para mí!
Buenas noches, San José
Buenas noches, San José,
y en compaña de su esposa,
aquí estoy en su presencia
si sirvo de alguna cosa.
¿Dónde está San José?
¿Dónde está San José?
Con el niño y María, los tres.
Señora doña María,
aquí nos mandó mi maire
a cantarle nueve días,
nosotros, los de Pomaire.
¿Dónde está San José?
¿Dónde está San José?
Con el niño y María, los tres.
Señora doña María,
cogollito de cedrón,
a su niñito le traigo
dos metros de moletón.
¿Dónde está San José?
¿Dónde está San José?
Con el niño y María, los tres.
Oración Final
Querido Niño Jesús, por ti conocimos el amor del Padre, porque Tú le tendiste la mano a quien nadie más veía. Hoy te presentamos nuestras propias necesidades y las de nuestros seres queridos.
Confiamos nuestra oración también a María, Madre tuya y también nuestra, para que, como Ella, nos des fortaleza para aceptar y hacer siempre tu voluntad.
Amén
Gloria cantan en el cielo
Gloria cantan en el cielo
al niño que nació en Belén
y el eco de valle en valle
repite una y otra vez.
¡Gloria!
A Dios en el cielo. (bis)
Hoy nosotros repetimos
todos juntos el cantar
que los cielos entonaron
a la entrada del portal.
¡Gloria!
A Dios en el cielo. (bis)
Adoremos al Dios niño
que nos trajo salvación:
y pidámosle su gracia
cantando todos a una voz.
¡Gloria!
A Dios en el cielo. (bis)
Cristianos, en este día
entonemos con amor
nuestro canto de alegría
como los ángeles de Dios.